martes, 14 de enero de 2014

Disculpe señor, pero esa frase no puede ser buena

La típica pregunta ¿qué es literatura? resulta muchas veces molesta para un estudiante de letras. Frente a libros bestsellers, altamente recomendados por la prima y tras el guiño de complicidad de ese tío que cree que al leer a Coelho es parte del bando letrado, el iniciado se indigna y se siente incomprendido. “Pero si eso no es literatura”, responderá probablemente, y si la prima y el tío son persistentes, tendrá que definir qué es la literatura y por qué Stephenie Meyer no entra en aquella categoría. La primer forma para diferenciar a la literatura de otro tipo de escritos, será casi sin lugar a dudas su carácter ficcional: lejos de libros de historia y de los tratados de filosofía. Sin embargo, hay muchos casos de relatos históricos que ahora se analizan como relatos ficcionales y viceversa, además de que no todo lo ficcional es considerado meramente literario (sí, como los libros del tío y de la prima). El estudiante, entonces, probablemente recurrirá a sus conocimientos lingüísticos y retóricos, y afirmará, igual que los formalistas rusos a los cuales ha leído con delicadeza, que la cuestión más bien es formal. Harry Potter y el Cantar del mío Cid difieren en cuanto al uso del lenguaje. Mientras en el primero el lenguaje es más bien cotidiano y plano, Rodrigo Díaz de Vivar engalana al castellano mientras alza su espada sobre su espectacular rocín. ¿Y qué me dices de los libros que se escriben actualmente y que no se escuchan con esa galantería de lo arcaico?, podríamos preguntarle. O también, ¿es que una mala historia con muchas metáforas, hipérboles y metonimias, se transforma en literatura? Pobre estudiante de letras. Probablemente no sepa qué responder. O tal vez, si hubiera ya comenzado a leer Una introducción a la teoría literaria  de Terry Eagleton podría decir que la literatura está en la función que tenga el escrito. Un texto pragmático con intencionalidad, sería no-literario mientras que la literatura tendría que ver con el puro goce al leer. Aunque a decir verdad, el tío Juan se ve bastante contento al pasar las hojas de su novela incluso frente a frases del tipo “hoy podrá ser el mejor día de tu vida si…” Y bueno, creo que esta vez hasta el mismo estudiante se preguntará: ¿cómo ver la literatura de forma objetiva? Pero no hay que darnos por vencidos, el estudiante seguramente tendrá un amigo que lo acompaña en las pesadísimas reuniones familiares, que al ver al tío leyendo tan espeluznante frase dirá: “es que es obvio, no puedes considerar como literatura a lo mal escrito y disculpe señor, pero esa frase no puede ser buena”. Y entonces, ¿la literatura nace o se hace? ¿De qué modo se ha relacionado el amigo de nuestro estudiante con las letras para poder asegurar que esa frase no es literaria? Claro, es un chico listo, con preparación suficiente como para deleitarse con cualquiera de los valiosos Ulises. ¿Pero en qué se basa el valor de estas grandes  novelas? ¿Quién decidió que ocuparan hoy lugares elevados en las bibliotecas? ¿Por qué estos y no tantos otros libros? ¿Por cuánto tiempo?  Y si los chicos letrados no conocieran la fama y el valor tras el nombre de los grandes escritores, ¿los seguirían considerando buenos? Debe de haber algo en la forma de percibir el mundo de este par de muchachos, así como en la prima y en el tío que les haga pensar que se encuentran frente a un texto literario. Parece ser que entonces “no hay absolutamente nada que constituya la esencia misma de la literatura”, como dice Eagleton. O tal vez sí, tal vez justamente todo lo anterior sea lo que defina qué es la literatura sólo que no sea algo intrínseco y puro y elevado y magnífico como quisiéramos nosotros y nuestros amigos literatos, sino más bien convenciones, ideologías, historia,  imposiciones, poder.

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