La típica pregunta ¿qué es
literatura? resulta muchas veces molesta para un estudiante de letras. Frente a
libros bestsellers, altamente
recomendados por la prima y tras el guiño de complicidad de ese tío que cree
que al leer a Coelho es parte del bando letrado, el iniciado se indigna y se
siente incomprendido. “Pero si eso no es literatura”, responderá probablemente,
y si la prima y el tío son persistentes, tendrá que definir qué es la
literatura y por qué Stephenie Meyer no entra en aquella categoría. La primer
forma para diferenciar a la literatura de otro tipo de escritos, será casi sin
lugar a dudas su carácter ficcional: lejos de libros de historia y de los
tratados de filosofía. Sin embargo, hay muchos casos de relatos históricos que
ahora se analizan como relatos ficcionales y viceversa, además de que no todo
lo ficcional es considerado meramente literario (sí, como los libros del tío y
de la prima). El estudiante, entonces, probablemente recurrirá a sus
conocimientos lingüísticos y retóricos, y afirmará, igual que los formalistas rusos a los cuales ha leído
con delicadeza, que la cuestión más bien es formal. Harry Potter y el Cantar
del mío Cid difieren en cuanto al uso del lenguaje. Mientras en el primero el
lenguaje es más bien cotidiano y plano, Rodrigo Díaz de Vivar engalana al
castellano mientras alza su espada sobre su espectacular rocín. ¿Y qué me dices
de los libros que se escriben actualmente y que no se escuchan con esa
galantería de lo arcaico?, podríamos preguntarle. O también, ¿es que una mala
historia con muchas metáforas, hipérboles y metonimias, se transforma en
literatura? Pobre estudiante de letras. Probablemente no sepa qué responder. O
tal vez, si hubiera ya comenzado a leer Una introducción a la teoría literaria de Terry Eagleton podría decir que la
literatura está en la función que tenga el escrito. Un texto pragmático con
intencionalidad, sería no-literario
mientras que la literatura tendría que ver con el puro goce al leer. Aunque a
decir verdad, el tío Juan se ve bastante contento al pasar las hojas de su
novela incluso frente a frases del tipo “hoy podrá ser el mejor día de tu vida
si…” Y bueno, creo que esta vez hasta el mismo estudiante se preguntará: ¿cómo
ver la literatura de forma objetiva? Pero no hay que darnos por vencidos, el
estudiante seguramente tendrá un amigo que lo acompaña en las pesadísimas
reuniones familiares, que al ver al tío leyendo tan espeluznante frase dirá: “es
que es obvio, no puedes considerar como literatura a lo mal escrito y disculpe
señor, pero esa frase no puede ser buena”.
Y entonces, ¿la literatura nace o se hace? ¿De qué modo se ha relacionado el
amigo de nuestro estudiante con las letras para poder asegurar que esa frase no
es literaria? Claro, es un chico listo, con preparación suficiente como para
deleitarse con cualquiera de los valiosos Ulises.
¿Pero en qué se basa el valor de estas grandes novelas? ¿Quién decidió que ocuparan hoy
lugares elevados en las bibliotecas? ¿Por qué estos y no tantos otros libros?
¿Por cuánto tiempo? Y si los chicos
letrados no conocieran la fama y el valor tras el nombre de los grandes
escritores, ¿los seguirían considerando buenos? Debe de haber algo en la forma
de percibir el mundo de este par de muchachos, así como en la prima y en el tío
que les haga pensar que se encuentran frente a un texto literario. Parece ser
que entonces “no hay absolutamente nada que constituya la esencia misma de la
literatura”, como dice Eagleton. O tal vez sí, tal vez justamente todo lo
anterior sea lo que defina qué es la literatura sólo que no sea algo intrínseco
y puro y elevado y magnífico como quisiéramos nosotros y nuestros amigos
literatos, sino más bien convenciones, ideologías, historia, imposiciones, poder.
Revisado.
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