lunes, 3 de febrero de 2014

Aproximaciones a la cultura popular: Adorno y Horkheimer

¿Qué es la cultura? ¿Dónde comienza y en dónde termina? Para la RAE, por ejemplo, cultura significa: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc.” de donde podemos concluir que el arte es cultura pero también la ciencia y también la industria. Hijas de una misma sociedad pero al mismo tiempo opuestas, el arte y la industria serán los principales actantes de los estudios culturales. Y tal vez algunas preguntas importantes sean ¿qué relación tienen? ¿qué función debe cumplir la industria? ¿y el arte? ¿al servicio de quién está el arte? o más bien, ¿debe de estar al servicio de alguien? y ¿hasta qué punto la industria debe de mezclarse con el arte? Cabe mencionar que en estos estudios, se considera cultura, más bien como la parte artística y social dejando del lado opuesto y por demás criticable, al rol de la industria en la actualidad desde la que se escriben estos estudios.

Así ha habido diferentes grupos y distintas perspectivas hacia la cuestión. Dentro de las aproximaciones a la cultura popular alrededor de 1950 encontramos seis principalmente:

Racional-colectivista: Aquella basada en que la estructura de la sociedad capitalista transforma por completo la cultura en consumo, encabezada por Adorno y Horkheimer y la escuela de Frankfurt desde la Sociología/crítica cultural

Ideal-individualista: Desde la cual la cultura de masas no responde a las reglas del arte, con MacDonalds, Greenberg y Leavis a la cabeza y desde la literatura y crítica cultural.

No racionalista: Que considera que en la sociedad de masas proliferan los objetos de entretenimiento, que se parecen a los productos de consumo sin responder al estatuto cultural, encabezada por Arendt y con una aproximación desde la filosofía, crítica social y cultural.

Ideal-colectivista (arte de masas): Considerado como la creación de un nuevo arte, más allá del arte moderno, capaz de movilizar políticamente a las masas con un pensamiento de Walter Benjamin con la filosofía y la crítica cultural

Ideal-colectivista (arte popular): Que piensa que el arte popular recupera el contacto con el público, desde la postura de Panofsky y la historia del arte.

Racional-colectivista: Desde la cual es considerada como escenario central de la lucha por el poder en la sociedad y que ofrece pautas para la oposición al poder dominante con Williams y desde la crítica cultural y la sociología. 

Aquella en la cual profundizaré es la encabezada por T. W. Adorno y M. Horkheimer en su aclamada obra: "La industria cultural: la ilustración como decepción de masas. En este libro se hace una retrospectiva a la ilustración y cómo el modo de vida actual es en cierto modo el mismo de aquella época, o al menos tiene el mismo modus operandi de aquél.

La perspectiva de estos autores al respecto de la cultura es bastante pesimista o muy probablemente deba decirse, realista y tiene siempre que ver con el consumo, de ahí que se prefiera el término “industria cultural” a lo largo de sus páginas ya que el arte y la cultura dejan de ser expresiones de la realidad para ser consecuencia de un proceso mercantilizador de manipulación en el que la gente piensa que se acerca a la cultura por una decisión propia y por el goce artístico que esta deja en ella, cuando en realidad la propaganda, y la mercancía, es ofrecida así al consumidor, siendo sólo una ilusión lo artístico.

El procedimiento de engaño parte de la ideología transformando al espectador en un engranaje más del proceso de producción-consumo. Así, la cultura es una parte importante para el sistema capitalista moderno. Los objetos fabricados por la industria cultural tienen como fin maximizar beneficios. Por eso hay que cuestionarnos la función de los objetos que nos son dados para intentar encontrar el punto de inflexión de los valores que esperamos del producto. ¿Cuántas películas por ejemplo, dejan de ser transmitidas por no tener esperanzas de posicionamiento en el mercado?

Actualmente, un buen modo de saber si vale la pena una película, un disco o un libro, corresponde a la cantidad de ejemplares vendidos, a los discos platino a los nombramientos de bestsellers. ¿Qué distancia hay de la venta de ejemplares a la calidad del producto? ¿Al goce estético? ¿Acaso aún interesa la función estética para adquirir el producto? ¿Acaso hay algún modo de medir lo artístico? Según Adorno y Horkheimer este cambio de las cualidades estéticas de la obra pueden verse al poner atención en la publicidad. Este procedimiento consiste en manipular al consumidor haciéndole pensar que aquello que desea es la adquisición del producto ya que eso le garantiza tal o cual cosa. De este modo, los objetos culturales pasan a ser una necesidad social lo cual garantiza la economía del mercado. Además, el producto se presenta como una novedad por lo que se falsifica la voluntad individual y colectiva.

Lo más interesante de esta perspectiva es que el consumidor piensa o tiene más bien la ilusión de estar tomando decisiones. Sea ya entre una gran variedad  de tipos de café en Starbucks o entre una variedad de colores en los pantalones de una tienda de ropa, el consumidor comprará un producto ya decidido por los centros de poder que se imponen en todos los órdenes de la vida social.


Así, la perspectiva suele ser más bien desoladora, parece que lo más frecuente dentro del estado de las cosas es el engaño a las masas en donde la capacidad imaginativa del individuo es un simple mecanismo codificado, propiedad del productor, y que pertenece al capital socio-económico de la industria.



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